Hemos estado seis días escuchando, leyendo y visualizando una bella ciudad germana, llamada Múnich, situada al sur de Alemania y capital de Baviera, llena de futbolistas convertidos en bestias negras, de bosquesrepletos de árboles en llamas, de un todopoderoso (para unos Lucifer y para otros ángel) vestido de entrenador de fútbol y otra serie de estúpidas alegorías que al final casi nos olvidamos que en el Allianz Arena, lo realmente importante, lo que estaba en juego, era clasificarse para toda una final de la Champions y no escenificar un (cutre) batiburrillo de el «Cantar de los nibelungos», la gran epopeya teutona.
Si los directivos, jugadores y técnico del Bayern quisieron hacerse los héroes, eligieron el día, la hora, el cruce y el rival equivocados. Sigfrido y Krimilda ya habían sido asignados a los «actores» Sergio Ramos y Cristiano Ronaldo. Y ellos no tendrían más remedio que seguir los pasos de Gunter y Hagen y «conformarse» con su decapitación (futbolística). Pero eso ya, pasado el partido, da igual. Allá ellos. Lo noticioso, lo relevante, es que el Real Madrid eliminó con suma grandeza al Bayern Múnich y peleará por la ansiada Décima Copa de Europa tras doce años sin pisar la final de la mejor competición de clubes del mundo. No se podía haber elegido mejor encuentro para ganar por primera vez en Múnich. Que vaya por delante una merecida enhorabuena por la gesta. (Narración y estadísticas)
Lección táctica de Ancelotti a Guardiola
El partido, desde el minuto uno, nada tuvo que ver con el de la ida. El Madrid, dándole continuidad a la segunda parte del Bernabéu, salió con las líneas muy adelantadas y la presión muy alta. De este modo, bloqueó la salida del balón del Bayern y el clásico empujón inicial de un equipo alemán en su campo, más contundente aún en una vuelta de semifinales de Champions y con 1-0 en contra, no existió. Y si no lo hizo fue gracias a ese meritorio ejercicio de solidaridad y valentía de Ancelotti que plasmaron a la perfección sus futbolistas. En sensaciones y en el marcador. El baño de juego y de humildad del Madrid a la soberbia alemana fue tremendo. El primer plano de Guardiola, acariciando su canosa barba con cara de descomposición, justicia divina del fútbol. Sí, Pep, el Madrid ya estaba clasificado. Tú y tu bola de cristal lo adelantaron 24 horas antes. No la prensa española, ni nadie del club blanco. Tú pobre planteamiento y las macarras patadas (la de Dante a Ronaldo, escalofriante) de tus jugadores tuvieron mucha parte de culpa de la victoria más heroica del Real Madrid en Alemania en toda su historia. Tu «mourinhización» del partido y las bravuconadas de tus directivos ya tienen su merecido castigo. Si, Pep, justicia divina del fútbol.
Vendetta de Ramos
El primero en tomarse su particular revancha fue Sergio Ramos. Hace dos años que Neuer se mofó en su cara por aquel famoso penalti en la tanda de la vuelta de las semifinales 11-12 que acabó en cualquier lugar de la estratosfera. Sus dos espaciales cabezazos, el primero tras córner de Modric y el segundo tras falta botada por Bale, enterraban para siempre aquella pesadilla. Y la mueca altiva del guardameta alemán, que no sería la última vez que recogería el balón de su red. Antes del descanso, un vertiginoso contragolpe blanco llevado por Benzema, Di María y Bale acabó en la pierna derecha de Ronaldo y en un disparo seco del luso para hacer el tercero y su décimo quinto del torneo, récord de siempre. En apenas 45 minutos, el Madrid había construido un pantano sobre un volcán. El Bayern acumulaba 135 minutos de eliminatoria sin ocasión alguna.
Eso sí, no todos eran buenas noticias para el Madrid. Desafortunadamente, Xabi Alonso no podrá jugar en Lisboa. A poco del descanso, Schweinsteiger cubrió bien con su cuerpo un balón que quiso rebañarle el tolosarra. Aquella acción acabó en derribó al mediocentro teutón y su entrada fue castigada por Proença con amarilla. El fútbol es veleidoso. El futbolista más inteligente que tiene Ancelotti no podrá disfrutar, a sus 32 años, de la que puede ser su última final de Champions. Baja notable. Illarramendi comienza a calentar.
Ronaldo pone la guinda
De la segunda mitad, lo mejor que se puede decir es que ha habido en verano «Audi Cups» y trofeos Santiago Bernabéu con más intensidad que los últimos 45 minutos de la eliminatoria. El Madrid decidió tirar de un guión conservador y el Bayern no tuvo ni fuerzas, ni espíritu ni para maquillar la eliminatoria. El incendio hacía muchos minutos que era un mar de cenizas. El 0-3 era un resultado que hasta hacía felices a los alemanes, temerosos de que la humillación fuera a más. Y lo fue. Rozando el noventa, Cristiano emuló a Ronaldinho y clavó un golpe franco desde la frontal con un chut fuerte y raso por debajo de la barrera del Bayern. 16 del luso, más récord todavía. y orgasmo madridista. Pero si en ataque el equipo estuvo inmaculado, no se puede dejar de lado la defensa, otra vez inexpugnable, con Carvajal y Coentrao dándoles un balón de playa a Ribéry y Robben, y Pepe y Ramos como un muro irreductible.
Sí. El hincha no aficionado del Real Madrid lleva desde el 15 de mayo de 2002 (volea de Zidane, causa; Novena Copa de Europa, consecuencia) echándose una risas con la historia de los Reyes Magos y la Décima. En solo 25 días, en el Estadio de la Luz de Lisboa, quizás la fábula llegue a su fin y se le ponga la bombilla a doce años de penumbra continental. Con permiso de Chelsea o Atlético, por supuesto. Pero esa ya será otra historia.