Una gota resbala por la nariz de Rafa Nadal mientras se prepara para sacar y permanece allí, en los límites del abismo. Lo advierte el balear, que no le concede ni un segundo de su concentración. Es un entrenamiento, el momento en el que no importa que los saques queden en la red mientras no lo hagan hoy. No hay tiempo para dudas ni experimentos. Bajo un sol que presagia tormentas Nadal prueba su servicio en el refugio de una pista abarrotada en la que hasta las palomas cumplen el protocolo del silencio. Un «halaaaa» lo rompe y las espanta. El número 1 del mundo se tapa el rostro mientras se le escapa una sonrisa por debajo de sus dedos vendados. Su resto ha impactado mal y la pelota sale muy lejos del punto en el que había puesto el ojo. Risas llegan del otro lado de la red.
La concentración se funde con la confianza y con la amistad del «sparring», un Carlos Moyá que suda por el día y por la potencia de su oponente: «Cuando llega a París, parece que no hay nada que pueda pesarle a Rafa. Ha hecho una gran progresión en tierra y este partido le llega en el mejor momento». No es uno más en la carrera del balear. Es el último de Roland Garros. El que decide el campeón en París, el que elige al número 1 de la ATP, el que cortará o alargará rachas positivas o negativas, el que cambiará la tendencia más reciente, el que construirá la historia del tenis y lo proyectará hacia un futuro inimaginable por falta de referentes. Ellos son la referencia de ahora y de lo que vendrá: Rafa Nadal y Novak Djokovic. Hoy, a las 15.00 horas (Eurosport / Discovery Max) ellos deciden el futuro del tenis.
Una partida de ajedrez
La Philippe Chatrier es hoy un tablero para una partida que lleva mucho tiempo en la cabeza de los protagonistas. Djokovic, desde que perdiera la final ante el balear en 2012. Nadal, desde que le ganara la batalla mental con las cuatro últimas finales bajando la cabeza ante el serbio. París se conquista a pasitos pequeños, a movimientos sutiles, dentro y fuera de la pista: aprender francés para halago del público, guardar energías o mostrar dudas, dejar un recado en la sala de prensa o en las redes sociales. «Él es el favorito», dicen unos, aparcada la responsabilidad de defender un título ganado ocho veces;«¿cuál es el siguiente movimiento?», reta el serbio desde Twitter, con una foto suya ante un tablero de ajedrez. El juego que define esta final.
Y los dos mueven sus piezas para ganar la partida definitiva: por una leyenda alargada hasta el noveno Roland Garros, por la gloria de completar el Grand Slam con la primera Copa de los Mosqueteros; por la cima del mundo del tenis. «Los dos tienen la presión por ganar. Uno porque no lo ha hecho nunca y el otro por defender lo que ya tiene tantas veces. Aunque lograr el Grand Slam, —los cuatro «grandes»— es un paso importante porque no lo han hecho muchos jugadores», lanzóToni Nadal. «Sé lo dominante que es Nadal en esta pista, solo ha perdido un partido. Aquí es donde juega mejor», contraatacó Djokovic tras jugar al despiste de la asfixia contra Ernests Gulbis en las semifinales.
Blancas y negras avanzan para minar la voluntad del contrario y derrocarlo. Nadal está preparado. «A Novak solo lo puede ganar si juega a su mejor nivel y lo ha encontrado en París. Es mejor si hubiera ganado estas cuatro finales, pero va a ser una guerra abierta», afirmó Moyà. El último domingo de gloria para el de Manacor fue en el US Open de 2013. Sus últimos cuatro enfrentamientos, todos en final, fueron para el serbio. Incluso en tierra, donde solo ha sido capaz de hacerlo en cuatro de las 17 ocasiones que se han visto: Madrid y Roma en 2011, Montecarlo en 2013 y, hace unas semanas, otra vez en Roma. Aunque en Roland Garros, es Nadal el que manda con pleno de cinco victorias, con la final de 2012 (6-4, 6-3, 2-6 y 7-5) y las durísimas semifinales de 2013 (6-4, 3-6, 6-1, 6-7 (3) y 9-7). «En estos últimos meses sabía que no estaba jugando bien, pero tenía mes y medio para prepararse y mejorar. En diez años de tan alto nivel, es normal que puedan entrar las dudas. Pero es Nadal. Muchas veces está a punto de, y saca el as que tiene en la manga. Es el mejor tenista de la historia en tierra batida», sentenció el mallorquín. «Sabe el rival que tiene delante y que será muy duro, pero Djokovic es el número 2 y Rafa, el 1, por algo será», apostilló su amigo Marc López.
Último paso hacia Sampras
Su partido de semifinales ante Andy Murray dejó muy claro en qué estado de forma física y mental acude Nadal a la final. Con más velocidad, agresividad y hambre que nunca por lograr la novena corona sobre la tierra francesa y alcanzar a toda una leyenda como Pete Sampras. El de Manacor apenas tenía 16 años cuando el estadounidense se despidió del tenis con 14 Grand Slam en su raquetero.
Doce años después, ese descomunal número de «grandes» está a su alcance, y con el premio mayúsculo de convertirse en el primer tenista en lograr nueve veces el mismo gran torneo, y cinco Roland Garros de forma consecutiva —Bjorn Borg se quedó en cuatro—. Números estelares que quizá reboten en la cabeza del serbio, pero no en la del español:«Tranquilidad solo tendrá cuando se retire. Cuando gane el numero 14 irá a ganar el número 15. Es un genio tenístico y mental», confirmó Moyà. La última frontera la marca Roger Federer, con 17.
Solo Nadal tiene la respuesta a estas incógnitas, incluso de si la gota de sudor que resbalaba por su nariz encontró el fin precipitada al vacío o murió de fama en su muñequera.
Fuente de la información: http://www.abc.es/deportes/tenis/20140608/abci-previa-nadal-djokovic-201406072106.html