La final de Mestalla fue la escenificación de que la hegemonía del fútbol español está cambiando de coordenadas. El Barça decepciona en el tramo final de temporada y evidencia que necesita un cambio… con permiso de la FIFA.
La prensa de Cataluña por fin da por hecho el tan anunciado ‘fin de ciclo’. Las razones van más allá del fraude fiscal del FC Barcelona con Neymar, las declaraciones de la Renta de Messi o los traspasos de menores en la Masía: son razones puramente futbolísticas. El conjunto del ‘Tata’ Martino ya no llega adonde antes sí lo hacía: la posesión no es suficiente y no hay plan B.
Martino, que parece un entrenador de vuelta, hizo un análisis tan frío como revelador tras la derrota ante el Real Madrid en la final de Copa del Rey; reconoció que el Barça sólo conoce una forma de jugar y que no cuenta con delanteros altos que ofrezcan alternativas: «Este equipo no da pelotazos y elabora, y cuando uno no está del todo preciso por esos lugares, el Barça está más incómodo».
Otros se empecinan en negar la realidad. Xavi Hernández es el ejemplo viviente de ello: «El resultado es un poco impostor, se nos ha escapado por detalles, errores nuestros. Es culpa nuestra», dijo en zona mixta. Como en semifinales de Champions ante el Atlético, el capitán culé rehuyó toda autocrítica: «Tienes el partido controlado, empatas y te ganan por un detalle. Hemos creado muchísimas ocasiones».
Lo cierto es que el Barça marcó su gol a balón parado y luego chutó al palo. El resto fue la nada. El Madrid tuvo suerte con el postrero tiro al poste de Neymar, pero el empate ya era de por sí un resultado engañoso. El conjunto azulgrana tuvo la posesión y los blancos pusieron el peligro. El Madrid quiso más y, desde el repliegue, generó ocasiones de peligro a través de las conducciones de Bale y Di María.
La espalda de Alves fue terreno abonado para los contraataques del equipo de Ancelotti. Bale tumbó al gigante culé y Neymar la tiró al palo, pero las diferencias entre ambos equipos fueron más allá del acierto o el error de uno u otro: el Madrid pudo sentenciar el partido mucho antes. Nada que ver con la final de 2011, cuando los equipos dirigidos por Guardiola y Mourinho protagonizaron un titánico intercambio de golpes.
Pero Alves no fue el único señalado en el Barça. Pinto no está para un equipo que aspire a todos los títulos; en el primer tanto de Di María se tiró sin convicción y en el segundo apenas hizo la estatua. Jugadores como Neymar constituyen aún toda una incógnita y, mientras Bale amortiza desde anoche su precio, el brasileño se empecina en agigantar su fama de piscinero.
Pero si un futbolista está ‘messing’, ése es Leo Messi. A priori, una de las claves del partido era la presencia del argentino en el campo, mientras que Cristiano Ronaldo veía el choque desde la grada. El equipo necesitaba a la ‘pulga’ y Leo volvió a decepcionar tras su paseo en el Calderón. Cero remates a portería, diez balones perdidos y la sensación de que solo piensa en el Mundial. Por no dar, Messi no dio ni la cara tras el partido.
La final de Mestalla no fue sino la escenificación de que la hegemonía del fútbol español está cambiando de coordenadas. El Barça necesita un entrenador que, como diría Cruyff, mande en el vestuario. Y, puestos a pedir, un delantero alto y un central de garantías. Por no decir un portero… Veremos si el tan cacareado fin de ciclo da paso a un nuevo y exitoso principio. Con permiso de la FIFA, claro.
Fuente de la información: http://www.antena3.com/noticias/deportes/futbol/fin-ciclo-consuma-mestalla_2014041700048.html