Harto de saber perder, el Atlético ha aprendido a ganar y ya es campeón de Liga. A pesar del empate de ayer, el suyo fue un triunfo tan rotundo que mereció el aplauso del Camp Nou, enfadado igualmente con el Barça. No ha habido equipo más cuerdo que el rojiblanco en un campeonato disparatado para el Barcelona y el Madrid. Nada ha sido más lógico que el éxito del Atlético, invicto en sus seis duelos con los azulgrana, igual que para el Valencia de Cúper y Ranieri. Aunque el partido fue más malo que bueno, los muchachos de Simeone siempre fueron reconocibles porque defendieron bien, compitieron mejor, se corrigieron siempre y se sobrepusieron con grandeza a las mayores penalidades, como las lesiones de Diego Costa y Arda Turan y el gol de Alexis. Justo lo contrario que el Barcelona, desnortado e irreconocible durante el año, víctima de una fatalidad atávica y ahora mismo muy vulnerable, impotente en ataque y vencido a balón parado, también ante Godín.
BARCELONA, 1-ATLÉTICO, 1
Barcelona: Pinto; Adriano, Mascherano, Piqué, D.Alves; Iniesta, Busquets (Song, m. 56), Fábregas (Xavi, m. 76); Pedro (Neymar, m. 61), Messi, Alexis. No utilizados: Oier, J.Alba, Bartra, Tello.
Atlético: Courtois; Filipe Luís, Godín, MIranda, Juanfran; Koke, Tiago, Gabi, Arda Turan (Raúl García, m. 67); Diego Costa (Adrián, m. 15, Sosa, m. 71), Villa. No utilizados: Aranzubia, Alderweireld, Mario Suárez, Diego.
Árbitro: Mateu Lahoz. Amonestó a Piqué, Busquets, Mascherano, A,Song, Messi, Raúl García, Godín y Filipe Luís.
Goles: 1-0, m. 33. Alexis; 1-1, m. 49. Godín.
Lleno en el Camp Nou.
El Atlético es un equipo de presente, fiable en las finales, vital y enérgico, primaveral futbolísticamente, muy por encima del Barça, caduco e ido desde hace tiempo, extraviado después de perder en la cancha a Messi. No está el 10 y ya se han despedido el portero, el entrenador y el capitán, por no hablar del dimitido presidente Rosell. No hay club más cruel consigo mismo que el Barcelona, protagonista de un rosario de calamidades, rematadas con la pérdida de la Liga en el Camp Nou. Las cosas siempre pueden ir a peor en el Barça. Al vía crucis le faltaba un último partido contra el Atlético. No tienen equipo hoy los azulgrana, ni se advierten las figuras, y se ha perdido la identidad. No juegan bien, el entrador cambia mal y no hay futbolista con la personalidad y liderazgo suficiente para revertir la miseria. Aunque puedan empezar bien, las cosas acaban mal en el Barça.
¡A la carga! No vaciló Martino en la confección del once titular ni tampoco el Camp Nou en su apoyo incondicional al equipo, como quedó escrito en el mosaico gigante de recibida a los dos contendientes: “Som el Barça”. La carga ambiental contagió a los jugadores, que se desplegaron de manera valiente, hasta cierto punto temeraria, sin temor al resultado, desbocados a por Courtois. A tomar por saco el estilo; el fin justificaba los medios el día del juicio final. Arriesgaba Piqué con su alineación y agresividad y atacaban tres delanteros y no cuatro medios, como había pasado en los partidos solemnes de Liga y Champions. Ni se inmutó el Atlético ante la agitación del Barcelona. Tocaban más y mejor los rojiblancos y se desataban los azulgrana, que renunciaron a la elaboración en favor de la verticalidad, nada de masticar la jugada, el fútbol que favorece a Cesc y penaliza a Xavi, sentado en el banco con Martino.
El inédito plan exigía un despliegue físico monumental por parte del Barça y también del Atlético. No era fácil parar ni precisar el pase sino que se imponía ir y volver, un trasiego del que sorprendentemente salió mal parado el plantel de Simeone, más lozano que el de Martino. Diego Costa se rompió en una transición y poco después se cayó Arda Turan. A falta de finura y precisión, sin remates ni ocasiones, reiterativos en la pérdida del balón, ausente el fútbol, los azulgrana se propusieron ganar el partido por intimidación y eliminación, terreno que de manera inédita no parecía favorecer al Atlético, que se caía a trozos, desvencijado por el esfuerzo del año, pendiente todavía de la Liga de Campeones. El partido se consumió durante un buen rato por los efectos del ruido, alejado el silencio que siempre acompañó a las mejores versiones del Barça, ayer más revolucionado que nunca, entregado a futbolistas polvorientos como Alexis.
El chileno embocó a la escuadra izquierda de Courtois el único tiro a portería del Barcelona hasta el descanso. 1-0. Cesc templó el balón, amortiguado por el pecho de Messi y Alexis se giró para soltar un remate con la derecha escalofriante por duro, ajustado y certero, imposible para le meta del Atlético. El tocopillano es infalible cuando remata de primeras, sin pensar ni mirar, consecuente con una manera de ser que pasa por acertar en lo imposible y fallar en lo sencillo. No contaban los rojiblancos con un tanto en contra salido de la nada y si no tomaron el segundo fue porque no hubo ariete que descolgara los centros continuos de Alves. El inesperado gol destempló a Tiago y Godín, que tomaron dos tarjetas, y obligó a recomponerse al Atlético, de nuevo en el partido después de forzar un surtido de córneres que dejaron en evidencia a Pinto, un saco de nervios, igual de mal con los pies que con las manos, un agujero para los azulgrana, sangrantes a balón parado en cada partido.
El empate se cantaba en cada saque de esquina y así llegó el 1-1 después de un remate al palo de Villa: Gabi sacó desde el banderín y en el punto de penalti, libre de marca, cabeceó Godín. El encuentro giró en contra del Barça de la misma manera que antes se había empinado para el Atlético. Busquets se lesionó y a escena salió Song y no Xavi, un cambio que delató la precariedad, desorientación y desnaturalización del Barça. No aparecía el recién renovado Messi y a Martino no le quedó más remedio que recurrir a Neymar. Ayer no funcionó el brasileño como revulsivo, ni Xavi como recurso ni tampoco que Song ejerciera de central para que Piqué se situara de 9. No perdió el sitio el Atlético ante la ofuscación ofensiva del Barça, falto de velocidad y de memoria, excelentemente resguardado por la garra de Mascherano. La jugada final fue una perfecta caricatura del reducido Barça: Pinto acudió a rematar un córner ante Courtois.
Murió el Barça en el último partido de Liga como antes se desvencijó en la final de Copa y en los cuartos de la Champions. Ya sea desde sensatez o la irracionalidad, cuando los azulgrana dependen de sí mismos en un partido, son carne de cañón para cualquier adversario serio, y más para el excelente Atlético, muy organizado y solidario, con un gran sentido del juego colectivo que le permite sobrevivir a las individualidades, de nuevo campeón de Liga después de 18 años. Adiós al bipartidismo, imperante desde 2004 cuando triunfó el Valencia, y gloria al Atlético, que va camino de Lisboa a disputar la Champions como campeón de Liga.
La fiesta, a las 20.00 en Neptuno
El Atlético ha decidido no celebrar su décima Liga este sábado en Neptuno con sus aficionados y prefirió retrasar la fiesta al domingo. Lo hará a partir de las 20.00.
Al revés que en otras ocasiones, como en la conquista de los dos títulos de la Liga Europa y de las dos Supercopas de Europa, el conjunto rojiblanco no tiene previsto realizar este domingo la tradicional ofrenda floral en la Catedral de la Almudena. Tampoco acudirá a la sede del Ayuntamiento ni a la de la Comunidad de Madrid.
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