Tras más de una hora esquiando por las pistas de Sierra Nevada, el catedrático de Fisiología de la Universidad de Granada (UGR), Manuel Castillo, y un amigo, fueron a un bar de la estación de esquí a saciar su sed. Castillo se pidió una caña y su compañero, un montañero experimentado, casi se lleva las manos a la cabeza. La discusión llevó a Castillo a investigar si la cerveza era mala o buena para el deporte. Su trabajo ha acabado por despertar un movimiento que combina su consumo moderado con el running.
“Vimos que no había estudios científicos sobre las virtudes o perjuicios de la cerveza tras hacer alguna actividad física intensa”, recuerda Castillo, responsable del Grupo de investigación Evaluación Funcional y Fisiología del Ejercicio de la UGR. Con la participación de miembros de su equipo y de Ascensión Marcos, del Departamento de Metabolismo y Nutrición del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), realizaron un estudio pionero cuyo título, Idoneidad de la cerveza en la recuperación del metabolismo de los deportistas, lo dice casi todo.
Un grupo de voluntarios tuvo que realizar un ejercicio intenso (60 minutos corriendo en una cinta al 60% de la capacidad aerobia máxima) con una temperatura ambiental elevada (35ºC, 60% de humedad relativa). De media perdieron entre 1,5 y 2 litros, alrededor del 2-2,5% de su peso. Las carreras se realizaron en dos tandas. Tras una de ellas, tenían que rehidratarse con toda el agua que quisieran. En la otra, lo hicieron con dos tercios de cerveza (660 ml.) y, después, el agua que desearan.
Antes, durante y dos horas después del ejercicio y la rehidratación, midieron una serie de parámetros para establecer el nivel de hidratación, composición corporal, endocrino-metabólicos, inflamatorios, inmunológicos y hasta psico-cognitivos. Querían ver cómo les afectaba la ingesta de cerveza. Vieron que, en esa cantidad, no había ningún perjuicio.
“El 95% de la cerveza es agua y en el resto hay distintos componentes beneficiosos, como el potasio, polifenoles (antioxidantes), proteínas… pero también alcohol, que es perjudicial”, recuerda Castillo. Su trabajo demostró que la cerveza no beneficia como el agua, pero tampoco perjudica. “A los que no la toman, no se la aconsejo, pero a los que sí, pueden seguir haciéndolo”, asegura el catedrático.
Como el agua, y siempre tras el ejercicio y en dosis moderadas, la cerveza también permite recuperar el nivel de hidratación perdida durante el esfuerzo, la masa corporal magra y aumenta el volumen del plasma sanguíneo. Aunque la cerveza provoca diuresis, si ha perdido líquidos, lo prioritario para el organismo es recuperarlos. Por eso, beber agua o cerveza tras una carrera no provoca ganas de ir al baño.
El estudio es de 2009 pero por esas cosas del azar, el estudio llegó a oídos de un grupo de aficionados tanto a correr como a la cerveza de Filadelfia, en Estados Unidos, escribieron al catedrático granadino y así nacía entonces Beer Runners, un movimiento que se ha extendido por todo el mundo y que se ha convertido en algo más que un grupo de amiguetes de las pintas y las zapatillas de running.
Esta semana, 18 de los miembros del original Fishtown Beer Runners han venido a Granada, la tierra que les dio sostén científico a la combinación de sus dos pasiones. Durante dos días, han participado en dos carreras por las calles de la ciudad andaluza y han participado en unas jornadas científicas sobre la relación entre cerveza y actividad física.
David April y Eric Frielder, dos de los impulsores del movimiento Beer Runners en Filadelfia mostraron la importancia de hacer ejercicio y de hacerlo en compañía y acabarlo con una buena cerveza. En la ciudad estadounidense salen a correr unos 8 kilómetros todos los jueves. Son ya varios centenares sólo en Filadelfia y, como no, acaban en el bar y brindando a la salud del profesor Castillo.
“Sabíamos que tomar unas cervezas malo no era y ahora tenemos la base científica”, comenta Daniel Quintero, coordinador de capitanes de Beer Runners en España. Para este periodista deportivo y corredor popular, el estudio del catedrático Castillo demuestra que una o dos cervezas son tan saludables como el agua “con el extra de la socialización con los amigos”.
En España, ya son 46 las ciudades que se han apuntado a combinar cerveza y carreras. “Es una mezcla que nos hace sentir bien y sirve para que corramos en compañía, lo que lo hace más divertido”, explica Quintero.
Y ayuda también a la ciencia. Los que corrieron por las calles de Granada servirán al profesor Castillo en una segunda fase de su estudio en el que quiere comprobar si unas cañas también pueden afectar a la fuerza y el entrenamiento de los deportistas.
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