Cristiano Ronaldo y Messi han dejado de ser noticia por sus goles y jugadas asombrosas. En el momento decisivo de la temporada, donde sus equipos se juegan los títulos y su aportación tiene que resultar más decisiva, ninguno de los dos está en el campo.
El portugués padeció en el banquillo de Dortmund el sufrimiento de la clasificación para las semifinales de la Champions. El argentino, al día siguiente, tocó fondo en el Calderón. Messi sí jugó o por lo menos fue alineado, pero no se le vio y lo preocupante es la imagen de pasividad que dio. La misma que en la derrota en Granada.
Los cracks del Barcelona y el Real Madrid han sufrido esta temporada la misma lesión muscular en el bíceps de la pierna izquierda. Tampoco debe ser casualidad. La exigencia con la que juegan todos los partidos lestiene que hacer reflexionar y plantearse la gestión de sus minutos a lo largo de las tres competiciones, más los partidos con sus selecciones.
También el trabajo específico en las pretemporadas y el descanso en sus vacaciones. Los compromisos publicitarios se acumulan y les generan tanto o más dinero que lo que puedan ganar con sus equipos. Ambos son víctimas de la presión de la fama que les obliga a marcar goles en todos los partidos, a ganar los trofeos individuales (Balón de Oro, principalmente) y a estar en cualquier rincón del mundo para grabar un anuncio.
Messi está agotado. En el club, cuando estaba Sandro Rosell, no gustó nada la gira veraniega que le llevó a recorrerse más de medio de mundo para estar en distintos actos promocionales y publicitarios. No hizo una pretemporada correcta y se le avisó del riesgo que corría después de haber acabado la pasada temporada con problemas musculares.
El Barça fue eliminado por el Bayern de Múnich con Messi roto muscularmente. Pero no hizo caso y dijo prioridad a sus patrocinadores.Empezó la temporada sin una base sólida de trabajo, fatigado, con los músculos entre alfileres, y se rompió contra el Betis en un esprint. El bíceps de la pierna izquierda dijo basta y tuvo que parar dos meses. Se fue a su país para recuperarse y parecía que, en enero, volvería a ser el Messi de siempre. Pero le está costando coger el ritmo de competición y ya ha llegado tarde a la lucha por los títulos.
Cristiano Ronaldo también busca huecos en sus días libres para atender los compromisos particulares y realiza viajes que no son recomendables.Entrena y se cuida, pero le falta administrar mejor sus minutos. Juega partidos en los que podría descansar y es víctima de aquella durísima eliminatoria de la repesca contra Suecia en la que se exprimió para que Portugal estuviera en el Mundial de Brasil.
Desde ese momento se le avisó que tendría que buscar partidos en los que tomarse un respiro. Pero su afán por engordar su cifra de goles en la Champions le llevó a jugar el partido de vuelta contra el Schalke,con la eliminatoria resuelta, el innecesario encuentro contra el Rayo y la segunda parte contra el Borussia Dortmund, cita en la que sufrió la fuerte contractura muscular en el bíceps izquierdo.
Viajó a Dortmund y en el entrenamiento sintió el pinchazo definitivo. Ahora es duda para jugar la final de Copa y tendrá que jugar con precauciones las semifinales contra el Bayern de Múnich.
Descanso, responsabilidad, anteponer los intereses deportivos a los publicitarios y los colectivos a los individuales es lo que les tiene que hacer reflexionar a estos dos magníficos jugadores que han roto sus motores en el peor momento de la temporada.