El cuerpo de Cristiano Ronaldo emite señales de alarma. Los médicos del Madrid advierten que el jugador, de 29 años, descubre limitaciones físicas por primera vez en su carrera y esto le sorprende y le preocupa. El resultado de los últimos exámenes refleja una lesión en el muslo izquierdo. Otro de los signos de fatiga extrema que, desde hace días, inducen a los médicos y al futbolista a pensar que puede perderse los partidos importantes que le restan a la temporada, comenzando por la final de Copa del próximo miércoles en Mestalla ante el Barcelona y finalizando en Lisboa, sede de la final de la Champions el 24 de mayo y ciudad de profundas connotaciones afectivas para Cristiano.
Cristiano sintió molestias en su bíceps femoral izquierdo, en la parte posterior del muslo, durante el entrenamiento que realizó el equipo la víspera de la vuelta de cuartos de final, en Dortmund. Fue después de poner a prueba su rodilla izquierda, maltrecha desde hace semanas, con una serie de movimientos exigentes. Los empleados y los jugadores comentaron que Cristiano sintió un pinchazo y la mayoría pensó que se trataba de su tendón rotuliano, que sufre una inflamación persistente. No fue exactamente así. El delantero abandonó el entrenamiento consternado porque el dolor que sintió era nuevo. Poseedor de unas condiciones físicas genéticamente privilegiadas y una masa muscular capaz de regenerarse más rápidamente, el portugués no estaba acostumbrado a este tipo de renuncias. Inmediatamente pensó en salvaguardar la final de Copa y los técnicos y los médicos decidieron reservarle para que no disputara ni un minuto del partido contra el Dortmund. Este jueves, el club emitió un parte lacónico: “Tras las pruebas realizadas al jugador Cristiano Ronaldo se le ha detectado una lesión muscular en el bíceps femoral izquierdo. Pendiente de evolución”.
La lesión, según los médicos, no alcanza el grado de rotura. El músculo, dicen, no se ha desgarrado, pero su estado es tan precario que cualquier esfuerzo podría dañarlo gravemente. Diagnostican que se trata de una contractura grave. Tan aguda que no se atreven a pronosticar en qué momento sanará, permitiendo al músculo funcionar sin correr un riesgo inasumible de rotura fibrilar. Todas las partes que han estudiado el caso concuerdan que es poco probable que Cristiano pueda disputar la final de Copa sin exponerse a un infortunio serio. Cristiano quiere jugar la Copa del Rey pero, sobre todo, quiere jugar las semifinales y la final de la Champions, en Lisboa.
La lesión muscular de Cristiano se añade a la inflamación que venía padeciendo en el tendón rotuliano de la rodilla izquierda. Los empleados del club creen que Cristiano jugó con dolor en la rodilla durante meses pero no dijo nada. Pensó que, como había hecho siempre a lo largo de su carrera, su cuerpo se repondría naturalmente al desgaste. Cuando reveló que sentía una molestia y los médicos lo examinaron descubrieron que tenía una tendinitis difícil de controlar. La única forma de curar una tendinitis es mediante el reposo y le mandaron descansar. Entre el miércoles 2 y el martes 8 de abril, Cristiano apenas forzó su rodilla.
El martes, en el Westfalenstadion, trató de entrenarse a tope. Pero entonces Cristiano sintió que no solo el tendón no había dejado de dolerle sino que la musculatura le fallaba. Fuentes de la plantilla aseguran que Cristiano se inquietó al pensar que, si al cabo de una semana de reposo no había logrado sanar el tendón, sería improbable alcanzar la final de Copa en plenitud después de otra semana más de descanso. Mientras caminaba hacia el vestuario, tras abandonar la práctica en Alemania, Cristiano debió imaginar que su participación en la final de Mestalla estaba seriamente comprometida. Las imágenes de los estudios médicos confirman estas sensaciones.