Un pequeño hotel, perdido por las calles que dan salida al Arco del Triunfo, tiene a dos ilustres huéspedes desde 2005. Son Rafael Nadal y David Ferrer, compatriotas, amigos y que se han visto las caras en las tres últimas ediciones de Roland Garros. Primero fue en las semifinales, luego en la final y, esta vez, el caprichoso cuadro ha querido que el clásico del tenis español se traslade a la ronda de cuartos.
A pesar de que Nadal ha inscrito ocho veces su nombre en la Copa de los Mosqueteros, y que Ferrer es el último finalista, la organización ha trasladado hoy el duelo fratricida, a partir de las 16.00 horas, a la Suzanne Lenglen. La razón hay que buscarla en que en la Philippe Chatrier está programado Gael Monfils, el último francés que resta en el torneo y el único que puede acabar con la maldición que persigue a los tenistas locales en los Internacionales de Francia.
En categoría femenina, la última campeona fue Mary Pierce en 2000. Pero para encontrar al mosquetero más cercano de nacionalidad francesa hay que remontarse a Yannick Noah, en 1983.
Nadal y Ferrer, a pesar de que se han batido con la raqueta en 27 ocasiones -con un bagaje favorable al primero por 21 a 6- llevan la amistad por delante de la rivalidad. En París, aunque este año sólo ha sido en una ocasión, han rivalizado también en la consola. El alicantino fue ayer uno de los primeros en felicitar al número 1 mundial por su 28 cumpleaños.
«Le vi en el vestuario al terminar el entrenamiento y le felicité», cuenta el alicantino, distinto al del año pasado porque ya no tiene en su banquillo a Javier Piles- contrató los servicios de José Altur-, y distinto porque llega al partido después de haber ganado en el precedente más reciente en la tierra del Masters 1.000 de Montecarlo.
Habían pasado 10 años de la última victoria de Ferrer sobre Nadal en polvo de ladrillo. El manacorí, obligado a ganar el título para mantener el cetro ATP después de la clasificación de Novak Djokovic para semifinales del torneo, sabe que sólo el serbio y Ferru pueden derrotarle en tierra y a cinco sets.
Supera los 30
El quinto favorito, que ha terminado las últimas cuatro campañas en posiciones de Copa Masters, vive una segunda juventud, apoyado en el trabajo físico al lado de David Andrés, su preparador, y el de Sara Errani, también entre las ocho mejores en féminas.
Es el único cuartofinalista que supera la treintena -el 2 de abril cumplió 32 años- pero es capaz de aguantar la intensidad a la que le pueda someter Nadal desde el fondo de la pista. Esa es una de las armas de Ferrer, que tendrá en el resto -sobre todo si su rival depende de segundos servicios a 140 kilómetros por hora-, su principal baluarte para decantar la balanza a su favor. En Montecarlo, ganó a partir de presionar a Rafa desde dentro de la pista con la devolución a los pies. En los últimos tiempos ha unido a su arsenal la capacidad para romper las jugadas delante o con dejadas.
Más allá de la diferencia de tierra entre el Principado monegasco y Roland Garros, y que Nadal sólo ha perdido uno de los 88 partidos al mejor de cinco sets en cancha lenta, está en las pelotas Babolat de París, que se diferencian de las Dunlop -presentes en toda la gira de arcilla- en que botan más y favorecen a los tenistas que pegan más liftado que plano. Es el perfil del ocho veces campeón en los Internacionales de Francia.
«Rafa es el mejor jugador de la historia en esta superficie», dice Ferrer, que estará atento a si los problemas de espalda de su adversario van a más durante el duelo. «Para seguir tengo que sacar bien. David resta con mucha intensidad, y si no, tendrá ventaja», analiza. Pase lo que pase habrá un español en semifinales.
Fuente de laInformación: http://www.marca.com/2014/06/04/tenis/roland_garros/1401871020.html