Le pusieron nombre los celtas y aceptaron el bautizo los romanos. Lleva 10.000 años entre los hombres. Dicen que estaba desde el principio de los tiempos en la mesa junto al pan y el jugo de la vid pero nunca fue bebida de dioses. En cambio, era elixir con el que se embriagaban los guerreros. Su historia transcurrre paralela a la de la Humanidad y su rastro está en los fósiles y también en el papiro de Zósimo de Panópolis, la receta más antigua conocida, la manera en la que los egipcios elaboraban este brebaje antiguo y mágico a partir de panes de cebada poco cocidos que dejaban fermentar en agua.
Cerveza. La bebida de moda. No basta ya con tomarla. Ahora hay que saber catarla. No es ya líquido de tapeo. Ha dado el salto a la alta cocina. Se codea con los platos gourmet y se marida en la comida. Del primero hasta los postres.
Adiós a la caña, es la hora de la copa. Tiene denominación, origen y estilo. Una carta mundial con miles de posibilidades que sólo dominan los más expertos.
Frente a la caña de toda la vida, no siempre bien tirada, se despliega ahora un inmenso menú. Ya no se puede hablar de cervezas sino de estilos de cerveza. Decenas de sabores, de texturas, de aromas, de matices. Y un copa, una jarra o un vaso diferente para cada una. Un recipiente abierto si la cerveza es muy espumosa y poco alcohólica. Una copa cerrada si es fuerte y con graduación. En jarra si se sirve caliente. En vaso si se consume rápido. En frío o hirviendo. Desde los cuatro grados, los 16 o los 70. Pero siempre con una capa de espuma, el ‘tapón’ natural que conserva el aroma y mantiene la graduación.
Desde la ‘made in León’ a las tradicionales belgas, alemanas y checas. Barley Wine, Kellerbier, Ale, Lager, Lambic, Steam Bee, Steinbier… Toda una ciencia para la vieja fórmula de agua, malta de cebada y lúpulo
Ahora la ‘top’ es la IPA, las siglas de India Pale Ale, uno de los estilos más conocidos mundialmente, creación de cerveceros artesanales de los Estados Unidos, la más grande y poderosa del planeta que ha desbancado a las que tradicionalmente fueron las mejores cervezas del mundo. Cambian los tiempos y se vuelven ‘mestizos’, transversales y globales. Las cervezas también. Norteamericanos y australianos hacen ahora las más preciadas. Con calidad y, sobre todo, variedad. Países de emigrantes que han fusionado las formas tradicionales de sus países de origen. Adiós a los viejos imperios.
Erich Vilda, un leonés con nombre germano que necesitó de una llamada al embajador alemán para que certificara ante el cura y el registro que sus padres tenían razón y el nombre existía, enseña en León a descubrir este brebaje milenario que sigue entre nosotros. A apreciar su sabor y su estilo, valorar su espuma, el color, la variedad, la graduación y el aroma del lúpulo. A disfrutar con los cinco sentidos. El tacto también, al contacto con la espuma. Y el oído, en la volatilidad de su alcohol.
Este coleccionista de latas de cerveza que le ha puesto a su establecimiento el nombre mítico de 1420, el Gran Año de la Abundancia, la fecha en la que, como escribe Tolkien, la cebada de la Cuaderna del Norte fue tan excelente que quedó grabada en la memoria, tanto que durante largos años nada mejor que exclamar ‘esta sí que era una auténtica 1420’ cuando se bebía una pinta de cerveza bien ganada, este apasionado del brebaje sagrado de los celtas es ahora maestro cervecero. No porque la fabrique, sino porque la explica.
Catas de la nueva bebida gourmet. Para saber cómo tomarla, cómo servirla, con qué combinarla y cómo maridarla. Con clase.
Fuente de la información: http://www.diariodeleon.es/noticias/destinos/arte-cervecear_893709.html