Poco que ganar y mucho que perder. Es la sensación que dejan siempre los partidos previos a una gran competición. Los jugadores tienen miedo de meter la pierna, pavor ante una posible lesión, pánico frente a que un balón dividido les deja sin viajar a Brasil. Pero esta vez era diferente. Del Bosque no tiene aún clara la lista de convocados y los lesionados pueden permitir que alguno se cuele aúltima hora.
Con esa mentalidad saltaron algunos al Sánchez Pizjuán. No todos.España jugó a rachas, controlando el balón en todo momento, pero sin sensación de ir a por el partido. Salvo al inicio. España demostró que, si quiere, puede ser la España de verdad. La del toque, la del dominio, la que fue campeona con Luis Aragonés. No la de los últimos amistosos ni la que sufrió para meterse en el Mundial. Pero enfrente estaba una selección de mediopelo, una Bolivia que no motiva y que mira desde el puesto 68 de la FIFA el liderazgo español, entrenada por Xabier Azkargorta.
Torres partió de titular. No jugaba con España desde la Copa Confederaciones y tenía ganas. No es de los fijos en la lista de Del Bosque y lo sabe. Por eso quería volver a ver portería y buscó el gol de todas las maneras, pero el área no era precisamente un hervidero. Hasta que en la segunda parte tuvo su gran oportunidad, desde los 11 metros.
Javi Martínez había caído en el área y el árbitro había pitado penalti. Penaltito. De esos que son, pero que no se pitan. El jugador del Bayernnotó el contacto en el salto y se fue al suelo como si le hubiesen disparado. Los bolivianos protestaron sin que sirviera de nad y Torres resolvió. Quiñónez a un lado y el balón por el centro. 1-0 y partido sentenciado, visto lo visto en la primera mitad.
Del Bosque hizo su aparición en cuanto vio a España por delante. Elcarrusel de cambios habitual de estos partidos borró por completo el poco ritmo que llevaba el encuentro y permitió que debutara Deulofeu –ya lo había hecho en la primera parte Iturraspe, titular–. Del Bosque probó con Cesc de falso nueve y la entrada de Iniesta le dio vitalidad al centro del campo. El balón se movía más rápido y era el único que parecía querer jugar, tanto que la zaga boliviana le abrió un pasillo para que marcara sin problemas el 2-0 en los últimos minutos. Partido solventado, pero a este equipo le falta mucho para llegar en condiciones a Brasil para disputar el Mundial.